Desde sus inicios, The Last Remnant ha sido un juego de contrastes desde sus inicios, cuando ya la propia Square Enix lo anunció como “un título para el mundo”. La intención era crear un RPG de corte más occidental, que se alejase de la anclada tradición en los títulos nipones, que lograse aunar los elementos más característicos de los JRPG con novedosas características más acordes con los gustos occidentales. Muy posiblemente, ese haya sido el principal problema del juego a la hora de sorprender: que se queda a medio camino entre esas dos tierras, y pese a contar con momentos intensos y memorables, se queda corto en otras ocasiones. Un buen juego que podría haber llegado mucho más lejos de no haber sido por esa aura de experimentación que le rodea.
Con The Last Remnant, Square Enix demuestra que tienen muy buenas ideas, y sin duda es muy satisfactorio ver cómo la compañía vuelve a lanzar una licencia nueva, lejos de explotar sus franquicias principales. No obstante, como ya hemos dicho, el movimiento en esta ocasión, por propio concepto, era muy arriesgado. Como primera toma de contacto es muy satisfactoria, y estamos ante un juego bastante interesante y con un buen apartado técnico, aunque no consigue estar al nivel de los grandes del género. Pese a que se trata de un desarrollo multiplataforma para 360, PS3 y PC, de momento sólo nos llega la versión para la consola de Microsoft, algo motivado por motivos técnicos.
Argumento
Al principio, nuestra historia se centra en el personaje de Rush Sykes, el cual está buscando a su hermana Irina, la cual ha sido secuestrada. Vagando por un bosque, llega a un campo de batalla en el que le parece ver a su hermana, pero en realidad ha sido una confusión, provocada muy posiblemente por la desesperación, y se trataba de una miembro importante del ejército de Athlum, bajo las órdenes del marqués, Lord David. No tardará en conocer a este hombre, el cual sentirá curiosidad por nuestro protagonista, quien lejos de ser un personaje anónimo, resultará ser el hijo de dos famosos científicos. De este modo, de una forma un tanto interesada por ambas partes, empezarán a colaborar.
Durante los primeros compases del juego, Rush irá conociendo diferentes aspectos del mundo en el que se desarrolla la aventura, se encontrará en alguna ocasión con su hermana y sus raptores, e incluso empezará a caminar por su propia cuenta. El argumento del juego tiene ciertos altibajos, y por momentos llega a antojarse algo inconexo entre misiones; hay ocasiones en las que parece que la historia seguirá un camino, pero enseguida, tras apenas un par de escenas o movimientos, nos volveremos a ver obligados a seguir unos derroteros muy diferentes de lo que nos parecía. Por ejemplo, tras una discusión entre Lord David y Rush, este decidirá irse por su cuenta, y será el momento en el que el juego nos enseñará cómo formar equipos.
Al principio, pensamos que el juego seguiría el camino del interesante (e inédito en Europa) Radiata Stories, pero tan sólo cumpliremos un par de misiones muy breves antes de volver al redil de Lord David. Posteriormente, volverá a pasar algo similar, y cuando creemos que volvemos a estar libres, recibiremos mensajes para volver a la presencia del que, indudablemente, es nuestro líder y el que decide nuestro destino durante una parte importante del juego. Esta será la tónica del juego, que tiene retazos de gran libertad pero nos limitará bastante a la hora de avanzar, centrándose sobre todo en su línea argumental, aderezada con unas cuantas misiones secundarias adicionales que no son especialmente profundas, largas ni interesantes. Eso sí, la trama principal, pese a no ser muy original, esconde sorpersas muy interesantes y consigue satisfacernos.